Resumen
La casa está en la esquina de la calle de la Bola con Guillero Rolland. Nadie sabe el tiempo que tiene ni quién es el propietario. Unas monjas, dicen unos. El general Armada, susurran otros. Una inmobiliaria. No de qué Ministerio.
Inútiles resultan las horas perdidas rebuscando en la biblioteca de Colegio de Arquitectos, en el Archivo de la Villa, en el Ayuntamiento o en los libros del Registro de la Propiedad, que no llegan mas allá de mediados del siglo pasado.