Resumen
Las encuadernaciones textiles comienzan a difundirse en Europa occidental en el siglo XIII y adquieren notoriedad plena durante los siglos XV y XVI. Aunque con altibajos en su manufactura, se confeccionan hasta nuestros días. Se caracterizan por su recubrimiento textil, especialmente terciopelos, damascos y sedas. La mayoría de ellas, bordadas o con aplicaciones metálicas.
El objetivo fundamental de este artículo es señalar la necesidad del trabajo multidisciplinar para conseguir solucionar los variados problemas a los que se enfrenta un restaurador de documento gráfico en la restauración de encuadernaciones.
La bibliografía analizada indica una teoría tan sesgada como poco concluyente, lo que me está llevando a intentar aunar mis conocimientos con los de otros profesionales de la conservación con el objetivo de lograr una línea conjunta combinando las distintas metodologías.
El estudio comienza con la restauración de una pieza francesa del siglo XVI, de cubiertas de terciopelo y adornada con escudo, esquinas y pequeños bollones metálicos, interesante y representativo ejemplo para conocer la historia de esta clase de objetos.
Los ejemplares de terciopelo están frecuentemente confeccionados sobre una base de madera -técnica que pervive durante el siglo XVII, y el tejido siempre va adherido a segundos soportes de papel y, en raros casos, de tela.
Al tratarse de piezas poco abundantes, se pueden sortear las dificultades instalando la pieza dentro de una caja de preservación adecuada y esperando el encuentro con un restaurador de tejidos, quien probablemente actuaría del mismo modo si la situación se presentará a la inversa.
Como es lógico, las posibilidades de restauración aumentan en función de la variedad de conocimientos sobre los materiales y las técnicas utilizadas para restaurar los distintos componentes de estas especiales piezas de nuestro patrimonio.